martes, 6 de junio de 2017

Formas de ocultarse


FORMAS DE OCULTARSE

Javier Cercas
Santiago de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2016, 416 págs.
Edición y prólogo de Leila Guerriero


   Edificado su mundo narrativo sobre unos sólidos cimientos literarios, con una clara predilección por los ambientes urbanos y las historias cercanas de nuestro presente, Javier Cercas (Ibahernando, 1962) es autor de una notable trayectoria literaria que arranca con un volumen de cinco relatos titulado El móvil (Barcelona, 1987, reelaborado más tarde y editado en 1989 como novela corta del relato homónimo). A este título siguieron las novela El inquilino (1989, reeditada en 2002), El vientre de la ballena (1997, reescrita y reeditada en 2014), Soldados de Salamina (2001, adaptada al cine por David Trueba en 2003), La velocidad de la luz (2005), Anatomía de un instante (2009), Las leyes de la frontera (2012), El impostor (2014) y El monarca de las sombras (2017). Traducido a más de treinta idiomas, estos títulos han conseguido numerosos reconocimientos, tres de ellos al conjunto de su obra: El Premio Salone Internazionale del libro di Torino, el Premio FriulAdria, en Italia, y el Prix Ulisse, en Francia.
   Tras pasar dos años como profesor en la Universidad de Illinois, en Urbana, Cercas es desde 1989 profesor de literatura en la Universidad de Gerona. En 1993 ve la luz su tesis doctoral, La obra literaria de Gonzalo Suárez y al mismo género ensayístico pertenece El punto ciego (2016).
   Su labor como columnista y articulista ha sido recogida en los volúmenes Una buena temporada (1998), Relatos reales (2000), La verdad de Agamenón (2006) y Formas de ocultarse (2006), volumen al cuidado de la escritora argentina Leila Guerriero (Junín, 1967), que recoge en parte los textos aparecidos en volúmenes anteriores además de algunas composiciones inéditas. “Este libro -informa la prologuista- está compuesto por columnas, conferencias, prólogos, epílogos, ensayos, la gran mayoría de ellos publicada en el diario El País, y en los volúmenes citados. No siguen un orden cronológico. Su disposición intenta mostrar formas de pararse en el mundo –privado y público- en diversos momentos de la vida de su autor: con más y menos optimismo, con más y menos amargura, con más y menos inocencia” [“El proceso”, p. 14]. Reproducimos un fragmento de uno de los artículos (Bioy Casares: las estrategias de la felicidad. El observador, 24/11/1990)

    “Así como hay escritores que no están dispuestos a que el lector olvide ni por un momento el esfuerzo que le cuesta urdir cada una de las frases con que componen un relato y no vacilan, llegado el caso, en desnudar el andamiaje que lo sostiene, también hay escritores que pugnan pudorosamente por borrar cualquier rastro que delate las horas de fatigas que han invertido en su labor. Las diferencias que separan a ambos tipos de escritores son notorias: los primeros trabajan para oscurecer y complicar, y propenden a lo barroco, ese estilo que “deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades, y que linda con su propia caricatura”, según escribió Borges; los segundos trabajan para aclarar y simplificar, y podrían ser llamados sin injusticia clásicos, porque siguen el precepto latino: “art est celare artem”. Como Kafka o Hemingway, Bioy pertenece sin duda a esta última estirpe de escritores; por eso las novelas y relatos de Bioy, como los de Kafka o Hemingway, son, por usar la expresión de Milan Kundera, fáciles de leer y difíciles de entender. No sabría imaginar un elogio mayor para la obra de Bioy” [p. 194].

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