lunes, 22 de mayo de 2017

Como aire africano


COMO AIRE AFRICANO
Liborio Barrera
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Vincapervinca, 2017, 172 págs.
  
   Nacido en Almendralejo en1963, Liborio Barrera es un periodista que coordinó durante varios años el suplemento cultural de El periódico de Extremadura, labor con la que se relaciona una de sus obras, Entrevistas literarias (Gaceta del libro, 2005). Como narrador, su primera obra fue un libro de relatos, Fuegos (Editora Regional, Col. La Gaveta, 2002), al que siguió una novela, Tormentas (Llibros del pexe, 2002). En 2005 publica Resistencias (Llibros del pexe) un diario que se continúa con el volumen aparecido ahora en la Editora Regional de Extremadura, Como aire africano.
   Como aire africano contiene entradas, no fechadas, escritas entre 2004 y 2010, que recogen motivos diversos que podríamos clasificar, de modo genérico y no muy preciso, en dos grupos: aquellas que reflejan el mundo exterior, como las “estampas viajeras” de ciudades como Bilbao, San Sebastián, Barcelona, Praga, Terezin, Helsinki, San Petersburgo, Dublín, Cork, Marraquech, Copenhague… pero la mirada del diarista relaciona los paisajes urbanos con los graves problemas que los asedian en unos casos (San Sebastián repleta de guardaespaldas; Barcelona y un secesionismo que se expresa con eslóganes en inglés; Ávila como metáfora de una “amurallamiento” también ideológico) o aquellos lugares marcados por el peso de la historia (Praga y Terezin, escenarios de la persecución nazi de los judíos checos por los nazis).
   El otro grupo de entradas recogen reflexiones personales sobre lecturas, muy numerosas, películas  (Last Days, de Gust Van Sant; Notre musique, de Godard; Inland Empire de David Linch…) o sobre la propia escritura en anotaciones que a veces se reducen hasta el perfil del aforismo (“Toda escritura es un camuflaje, una puesta en escena”) y a veces se acercan a la condición metafórica del poema como esta entrada que presta título al libro: “El tiempo. El argumento de la obra. Irrefrenable. Como aire africano. El ejercicio de la vida como ocultación del tiempo”. Reproducimos un fragmento nacido de un viaje a la ciudad checa de Tarazin (o Theresienstadt por los años de dominio alemán), situada a unos sesenta kilómetros de Praga.

   “Terezin se divide en dos zonas. La fortaleza empleada como prisión por la Gestapo entre 1940 y 1945 y el pueblo, convertido en gueto judío, desde donde el viaje de deportación concluía en los campos de exterminio. A unos cientos de kilómetros al este queda Auschwitz.
   Escribes sobre esos judíos por ser judíos, no por infringir leyes aplicables a los ciudadanos (fueran judíos, comunistas, colaboracionistas o resistentes), hombres sin atributos más que los del propio cuerpo.
   La mera identidad señalada como condición de una condena pronunciada tras hechos similares: una mañana llamaban a la puerta de la casa, la registraban, decían “coja algo de ropa”, bajaban a la calle, subían a un camión, llegaban a Terezin, les asignaban un lugar para dormir, se explicaban la situación. ¿Qué se explicaban? ¿Dónde están los textos de la explicación? Un texto que dijera (como podría decir la carta de un preso: robé en una casa, me detuvieron, me condenaron y escribo desde esta celda): me detiene sin cargos, ¿por qué me detienen, me traen aquí, nos traen aquí, qué hacemos, qué hemos hecho?
   En su diario, Petr Ginz anota: “Hubo un atentado contra el Gruppenführer de las SS Heydrich”. Más adelante escribe que los alemanes “no quieren destruirnos física, sino espiritual y moralmente”. Pero ese diario no disecciona la realidad deformada, descoyuntada, la demolición del orden de las cosas. Ginz llegó a Terezin en octubre de 1942. En septiembre de 1944 subió al tren que lo conduciría a Auschwitz, donde murió”. [pp. 43-44].

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