martes, 8 de marzo de 2016

El placer de contemplar


EL PLACER DE CONTEMPLAR
Joaquín Araújo
Barcelona, Ediciones Carena, 2015, 103 págs.
Prólogo de Jorge Riechmann

   Nacido en Madrid, Joaquín Araújo es un naturalista cuya trayectoria empezó a ser conocida en amplios círculos en 1975 cuando Félix Rodríguez de la Fuente lo llamó para colaborar en El hombre y la tierra, la conocida serie de televisión de la que se hizo cargo cuando este falleció en un accidente de helicóptero en Alaska (en marzo de 1980). Progresivamente, Araújo fue abriendo el abanico de sus preferencias hasta convertirse en periodista, escritor, editor, conferenciante, divulgador, pero también en selvicultor, agricultor y ganadero. Miembro de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, su relación con nuestra comunidad se acentuó cuando descubrió, según confesión propia como “un intenso flechazo”, la comarca de Las Villuercas, en donde posee una vivienda y una finca (Vento) cerca de los Ibores, en el corazón de la comarca cacereña. Como escritor, ha publicado un gran número de estudios monográficos con títulos como Bosques de España, Agua, La cultura rural, Parques nacionales de España, La sonata del bosque, La sed del agua…, en que no faltan obras centradas en nuestra región: Monfrague, parque natural, Extremadura, espacios naturales, Guadiana, un río que se esconde o Biodiversidad en Extremadura.
   En mayo del pasado año, la editorial barcelonesa Carena publicó El placer de contemplar, una obra que se inscribe en la tradición de las misceláneas, tan propias del “hombre universal” del Renacimiento (en oposición al “especialista” que define nuestro presente), interesado por las más diversas facetas del conocimiento y tan característica de una personalidad, la del propio Araújo, que se acerca a la naturaleza, ya con la mirada del científico, ya con la del ensayista reflexivo, ya con los ojos del poeta. En el prólogo, Jorge Riechmann define con precisión el lugar en que esta obra singular quiere situarse: “Produce y consume y produce y consume en una rueda sin fin –tal es el imperativo que gobierna nuestra sociedad biocida. Frente a esta rueda mortífera –la del carro de Moloch-, sabemos que podríamos conjugar unos pocos verbos salvadores: dejar ser, fluir, nutrir, cuidar, amar. En este libro necesario, Joaquín Araújo nos llama la atención sobre otro verbo necesario -tan necesario-: contemplar” [p. 11]
   De la diversa gama de textos que componen el libro (ensayos, poemas, aforismos líricos o meditativos…) seleccionamos  cuatro haikús

   En lontananza
paisajes que se fugan
quietas montañas.

   Busqué en el bosque
y encontré lo que ya soy:
brasas de otoño.

   Nuestros tímpanos
también agradecidos:
abril cantando.

   Desterrados los
bosques, nos quedan solo
ruido y nostalgia.

   Joaquín Araújo presenta su obra el próximo jueves, 10 de marzo, en el Hotel vegas Altas a las 20,30, invitado por la Asociación de Antiguos alumnos del Colegio Claret de Don Benito.

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